Era ella. Recuerdo que se llamaba Teresa, y era
la niña más hermosa que ví en mi toda mi vida. Aún que por aquel entonces yo
aún era un niño, al verla, me enamoré perdidamente. Estaréis pensando que ocurrió, o por qué la
extraño tanto...Os voy a contar su historia.
Teresa era una preciosa doncella que vivía aquí,
en Moaña. Era rubia, de ojos azules y poseía unos rasgos delicados y firmes.
Era de origen francés, pero su padre quería conocer nuevos reinos por lo que
vinieron los dos a vivir al Monte de la Pena. Teresa era muy feliz en este
lugar, y cada domingo bajaba a la romería a bailar. Sí, era algo que le
apasionaba. También me contó que su madre había fallecido por una extraña
enfermedad de la zona, y que desde esas, su padre se comportaba un poco
extraño, ya que solía quedarse todas las tardes en su habitación observando un
antiguo libro. Como Teresa siempre estaba sola, se pasaba los días en el prado
paseando por el río mientras jugaba con los animales que la rodeaban.
Una tarde como otra cualquiera, Teresa se
dirigió hacia el río para pasear un rato. Estuvo allí toda la tarde, y cuando
se dió cuenta ya era de noche. Sin dudarlo, se propuso ir para casa, pero
apreció algo que la detubo. Oyó un extraño ruido, y rapidamente giró su cabeza.
Al hacerlo, se llevó una gran sorpresa. Justo en frente de ella había una mujer
que la miraba fijamente. Era horrorosa. Tenía la cara repleta de granos, y una
enorme verruga en el centro.
- ¿Tú no serás la doncella Teresa, no? - Le
preguntó la mujer.
- Pues sí. ¿Como sabes que soy yo? - Le dijo con
temor.
- Verás...Es que yo te estaba buscando...-
Respondió con voz tenebrosa.
- ¿¡ A mi !? - Preguntó Teresa.
- Sí. A ti. - Dijo la mujer.
Justo después, sacó de su bolsillo unos polbos
rojos brillantes y se los echó por encima a Teresa.
- !¿Que me has hecho?¡ !¿Por que soy tan pequeña?¡ - Preguntó
Teresa.
- ¡ Lo tenías más que merecido! - Dijo entre
carcajadas.
- Pe-pe-pero... ¿¡ que soy !? - Le dijo la
doncella.
- Nada, simplemente te convertí en serpiente. -
Respondió.
- ¿ Por qué lo has hecho? -Preguntó.
- Pues,porque si yo no soy feliz,nadie es feliz
en Moaña. Así que como a ti te vi tan contenta por el prado... No me quedo otro
remedio... - Dijo la mujer malvada.
Seguidamente, la hechizó para que no pudiera
hablar en el estado de serpiente y dijo:
- Como soy tan honesta, te propongo un trato.
Cuando alguien te de un beso, volverás a tu estado normal, pero si al vover a
ser humana le cuentas a alguien quién y como te transformaron en serpiente te
perseguiré hasta matarte. Nos vemos.
La malvada mujer se fue lentamente, y mientras
tanto, Teresa aún estaba analizando la situación. De repente se quedó dormida
en una roca.
A la mañana siguiente se despertó con las ansias
de ir a buscar a un moañés para que le diera un beso. Se dirigió a todos los
pueblos de los alrededores, pero los vecinos, nada más verla, huían de miedo.
Teresa repetía lo mismo todos los días, pero no conseguía lo que deseaba. Llegó
un momento que estaba tan cansada de buscar, que lo primero que hizo fue
hecharse a llorar al lado de la piedra en la que todos los días dormía.
En ese mismo instante yo estaba recogiendo leña
para mi abuelo, y me llamó tanto la atención una serpiente con ese aspecto que
me acerqué a ella. Se giró hacia mi y me observó. Al verla llorar, se me
ocurrió darle un beso para intentar calmarla, y aunque las escamas estaban un
poco duras, tenía la piel muy suave.
En ese momento sucedió una cosa muy extraña. Se
llenó el prado de niebla y la serpiente poco a poco comenzó a crecer hasta
convertirse en una preciosa doncella. Lo primero que hizo fue darme un abrazo.
- ¡ Muchisimas gracias ! - Gritó.
- Denada...Supongo... - Dije yo.
- Bueno, no me presenté. Soy la doncella Teresa.
- Puedo hacerte una pregunta? - Dije.
- Claro. - Respondió ella.
- Por que eras una serpiente y ahora eres una
humana. - Le pregunté.
-¿Verás...Es una larga historia que no puedo
contarte, sabes? - Respondió Teresa.
- Pero... por que? Te acabo de volver humana,
creo que merezco saberlo... - Dije.
Teresa me contó toda la historia del hechizo y
yo me quedé boquiabierto.
- ¿Todo eso es cierto? - Le pregunté.
-¡Pues claro! - Me dijo.
-¿Sabes que? Eres la niña más valiente que
conozco. - Dije yo.
- Muchisimas gracias. Pero...Ahora que lo
recuerdo aún no me dijiste tu nombre... - Me dijo
- Jorge, mi nombre es Jorge. - Respondí.
- Que bonito nombre. Es el que siempre me gustó
para mi futuro hijo. - Me dijo con una sonrisa. - Bueno, ahora tengo que huír
antes de que la mujer que me convirtió en serpiente se entere de que te conté
todo. ¡ Nos vemos Jorge! - Dijo mientras se alejaba.
Esa fue la última vez que supe algo de Teresa.
Hace 36 años. Espero que aún se acuerde de mi como yo me acuerdo de ella, de
hecho, tengo más que claro que nunca la olvidaré. . Todavía tengo la esperanza
de rencontrarnos algún día. Su amigo Jorge.

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