lunes, 18 de junio de 2018

Leyenda de la poza de la moura. Nicolás Paredes.

En una expedición romana para de Decimo Xuño Bruto estaba una preciosa princesa acompañada por su padre. Iban conquistando todo pueblo por el que pasaban, hasta llegar a un pueblo de La Guardia en concreto citania de Monte Tegra. En aquel pueblo Decimo Xuño Bruto decidió quedarse durante un tiempo allí y también decidió echar a la princesa y a su padre del grupo.

       Ellos fueron andando hasta que llegaron a Domayo donde el padre decidió ir a vivir al monte, el padre para protegerla la mantenía cautiva para que nadie hablase con ella. Solo la dejaba salir por la noche a asearse de madrugada en una poza que el río hacía cerca de su casa. Ella mientras su padre dormía se quedaba allí esperando a que el sol le secase su cabello.

          Un día un pastor que andaba en busca de nuevos pastos para su ganado la vió y decidió acercarse a mirarla desde detrás de unos arbustos y al contemplar su cuerpo desnudo él se enamoró de ella.

    Desde entonces el pastor pasaba por allí todas las mañanas para verla a poder ser sin que ella se diera cuenta pero un día se dio cuenta y hecho a correr de nuevo a casa. Al pricipio ella al darse cuenta hacía siempre lo mismo pero con el tiempo fueron intercambiando algunas palabras y acabaron queriéndose mutuamente.

   Un día el padre se despertó algo más temprano y se dio cuenta de las relaciones que tenía la princesa con aquel campesino y se enfadó mucho y dio muerte al pastor y a todo su ganado.

   Con algo de desesperación ella decidió tirarse a la poza y ahogarse y así fue, en ese momento todo el río mudo su curso, ahora se precipitaba más hacia el valle. Ahora se formaba también una gran cascada y algunos dicen que allí se puede ver aún el peine que ella usaba para su cabello.

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