BAÑOS DE LUNA
(Se ve en el escenario una mesa con platos, servilletas, cubiertos y demás)
[ABUELA]: La comida está lista.
(Se ve en el escenario una habitación amplia con un escritorio y llena de documentos)
[ABUELO]: Ya voy.
Se ve en el escenario una cocina donde estaba situada esa mesa.
[CRIS]: Hola papá.
Ella era mi madre, que esperaba con ansias la comida en la mesa.
[ABUELO]: Hola Cris, ¿Qué tal ha ido el colegio?.
[ABUELO]: Todo bien.
Se cierra el telón y empieza un nuevo acto (2).
(Ahora lo que se ve es un sofá situado en el medio del escenario y un piano de cola a su lado)
Esa misma tarde mi abuelo no trabajaba, por lo que decidió leer y pasar el tiempo haciendo lo que más le gustaba, tocar el gran piano de cola que él mismo había comprado y colocado en el salón.
Tocaba de oído, tenía una gran capacidad para reperesentar sobre las teclas todo aquello que oía, toda aquella música que con partituras no era capaz de leer, pero que escuchando atentamente, poco a poco lograba descifrar.
Se cierra el telón y empieza otro acto (3).
Lo único que se ve en el escenario es un foco que proyecta una luz azul, y un decorado de árboles, hojas caídas y se oye el ruido del viento.
La noche se acercaba y mi abuelo se estaba preparando para salir a dar un paseo como los de cada noche, por los caminos de Tirán.
Cuando mi madre y sus hermanos se durmieron, salió de casa.
[ABUELO]: ¡Qué frío!.
El silbido del viento era escalofriante aquella noche de invierno, pero a mi abuelo le encantaba dar paseos en las noches frías a la luz de la luna.
Para esos días, siempre llevaba un abrigo de piel y una bufanda negra, además de unos zapatos cerrados de color ocre que a él le encantaban.
(Se ve a mi abuelo caminando por el escenario)
No había ni un alma por la calle, y mientras mi abuelo hacía la ruta de siempre; Subir la cuesta del Foxón, seguir recto, bajar por la cuesta del cementerio, rodear la iglesia de Tirán y volver ladeando las especiales playas que desde pequeño le transmitían paz.
Cuando estaba acabando su ruta, decidió desviarse y coger un atajo que él ya conocía, ya que estaba empezando a chispear y no tenía pensado llegar a casa empapado.
(Se ve un muro con una silueta y sombra tumbada encima)
Se adentró por un camino, y al dar unos veinte pasos aproximadamente, por su sorpresa, se encontró a una mujer con la piel desnuda, tumbada en uno de los famosos muros donde mi abuelo jugaba de pequeño, dándose baños de Luna.
(Se ve a mi abuelo regresando a casa con cierta prisa)
Después de quedarse unos segundos petrificado observando lo que estaba pasando, fue capaz de reconocer a la mujer, y no era precisamente una persona cualquiera de el barrio de Tirán, si no la mujer que tan mala fama de bruja tenía.
(Se ve a mi abuelo sentado en el sofá con mi abuela, en el salón)
Al llegar a casa, le contó a mi abuela lo que había pasado.
[ABUELA] ¡Qué dices Minos!, ¿Se le ocurrió decirte algo?.
[ABUELO]: No, no me vió.
[ABUELA] : ¡Ay! ¡Por Dios!.
[ABUELO]: Espero no encontrármela más, fue espantoso.
(Mi abuela abandona el escenario)
[ABUELA]: Voy a la cama, no tardes en acostarte.
[ABUELO]: Buenas noches Rosiña.
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