Un día de invierno frío y que parecía que
dentro de poco caería una tormenta.
Pero a ver voy al grano ya , estaba yo y
mis amigos que son marineros al igual que yo ; estabamos pescando cerca de la
isla de Toralla en Canido, una isla muy bonita pero no muy grande con muchos
árboles y en verano es perfecta para ir, porque tiene mucha sombra .Justo en el
descanso que por fin había llegado y es que la verdad ya estabamos algo
hambrientos y a parte venia un olor más rico de la cocina del barco que mmm...
fuimos a ver la comida que el cocinero del barco nos preparara y nos apareció
así sin más de la nada un chico no muy mayor pero tampoco muy joven , osea de
edad intermedia en el barco, tenía un aspecto normal pero no muy común y venía
vestido con una camiseta como tres tallas más grades que él y con un pantalón
corto vaquero no muy indicado para el día que hacía y llevaba calzadas unas
sandalias que casi no se diferenciaban con la madera del barco debido a que las
sandalias eran de color marrón clarito al igual que el suelo de nuestro barco. El
cocinero que se llamaba Julián no era muy alto pero sin embargo era muy delgado
y mirar que comía eh pero no engordaba. Él nos hacía unos platos
riquisimos...Se nos caía la baba por eso siempre estabamos esperando a que
llegara la hora del descanso para comernos uno de sus deliciosos platos. Manuel
era un señor bajo y que siempre vestía las mismas vestimentas un pantalón largo
vaquero con unos tenis muy planos y de tela y con una camisa blanca y que no se
nos olvide su gorro también blanco hecho a medida para su cabeza y siempre
llevaba un mandil en color granate ya que le conjuntaba con sus tenis y con
unos detallitos que tenían todas sus camisas ya que eran todas las camisas
iguales. Depende del día Manuel era majo y siempre quería que todo el mundo
estuviera bien, por lo menos las personas que estuvieran a su arredor aunque
las acabara de conocer ahora mismo. Con un gesto lo acercó a la vela de nuestro
barco para calentarlo ya que aquella noche hacía bastante frío y el chico
estaba bastante frio y estaba titireando y dentro de poco parecía que iba a
empezar a llover y la lluvia acompañada de una buena tormenta, había luna llena
pero no se veía debido a la espesa niebla y también por el manto de nubes que
aquella noche cubría el cielo. De allí a un rato el patrón del barco que se
llama Juan que es un señor viejo de barba bastante larga no muy alto y que
siempre estaba como un poco borde y a parte estaba siempre firme; preguntó por
la vela que Manuel le diera al chico para que se calentara pero Manuel se
olvidó de decirle al patrón osea a Juan que le diera la vela al chico y pues al
patrón le desapareciera . El cocinero osea Manuel le dijo que la había cogido
para calentar al chico y pues como seguía sin aparecer la vela, el patrón del
barco ató al chico al palo de nuestro barco. Nuestro barco era un velero con
piso de madera clarito y con una vela blanca como la nieve debido a que el
barco ya tenía sus años pero la vela era nueva del trinque y de pronto al atar
al chico al palo del barco, el velero navegaba mucho más rápido que con la
vela. Cuando por fin despúes de todo llegaron a la isla de San Bartolameu, el
chico desapareciera,no había rastro de él. Más tarde lo encontraron unos
marineros en una playa, allí cerca de donde desapareciera y tanto yo como la
tripulación pudimos afirmar que era el mismo que apareciera en el nuestro barco
aquella noche.
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