viernes, 1 de junio de 2018

Leyenda de Meira. Lara Pena.


Un día sombrío, en la costa de San Bartoloméu, varios marineros se encontraban pescando cerca de la isla de Toralla. Llegó la hora del descanso, cuando los marineros se dieron cuenta, les había aparecido un chico cuyo rostro era apagado y daba sensación de tristeza, al cual nunca habían visto.
El cocinero del barco en un amable gesto le acercó la vela del barco para que se refugiara del frío.
Pasados diez minutos de lo sucedido, el patrón del barco preguntó por el paradero de la vela.
El cocinero le contó lo ocurrido. El patrón del barco, casi sin pensar, agarró el chico al palo. Cual sería su sorpresa cuando se fijan que el velero navegaba más rápido que con la propia vela.
Una vez embarcados en la isla de San Bartoloméu, el chico había desaparecido, como si fuera obra de una bruja.
Ya habían recogido todo, estaban camino de sus casas, y, cansados de su larga jornada daban un agradable paseo por la playa, ya había oscurecido, pero a pesar de eso, se estaba bien, no hacía frío pero tampoco calor. Corría una suave brisa, agradable para algunos, de repente vieron algo que les llamó mucho la atención, era el mismo misterioso chico de San Baroloméu.
Sin darle importancia volvieron a sus casas como si nada hubiese ocurrido, ya que pensaban que podía haber sido obra del cansancio.
Pasados varios días, no les paraban de pasar unos curiosos sucesos, como si un espíritu les poseyeran por momentos. Finalmente, después de varios años, esos sucesos dejaron de ocurrirles.
Hoy en día solo sobrevive uno de los tantos marineros que vivieron este suceso, que fue el que comunicó esta historia.

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