sábado, 2 de junio de 2018

LA PEGADA DE SAN PEDRO. Maruxa Pazó.






Pedro es un niño que vive cerca de la playa de la Borna con sus padres y su hermano mayor. Tiene diez años, tres años menos que su hermano. Le gusta mucho salir con sus dos mejores amigos, Luis y María, y ponerle trampas a los animales.
Un día después del colegio fueron a la playa para ver si aún estaba un lagarto que les gustó mucho.  Estuvieron horas buscando el lagarto entre las piedras, pero no tuvieron suerte. Estaban a punto de volver a sus casas cuando el lagarto pasó al lado del pie de Luis. Todos echaron a correr para capturarlo, cuando se dieron cuenta que estaban en el bosque. Intentaron seguirlo pero se metió entre los arbustos y lo perdieron de vista. Seguían buscándolo mientras veían por donde se volvía a casa, cuando se dieron cuenta de que se habían perdido. No sabían que camino coger y ya se estaba poniendo el sol, por suerte el año pasado fueron a un campamento donde les enseñaron a sobrevivir en la naturaleza, así que con unas ramas y hojas pudieron hacer una pequeña cabaña. También consiguieron yesca para hacer fuego.
Al día siguiente intentaron seguir sus pasos para volver pero en el camino pisaron sin querer una cobra gigante. Se asustaron tanto que salieron corriendo. Luis y María se quedaron muy asustados, en cambio, Pedro quería hacerle una trampa y capturarla. Por eso, antes de retomar el camino, ató unas ramas y palos a un árbol para que si pasa por allí se quede atrapada. No tenían claro por donde tenían que ir pero después de un rato encontraron el camino de vuelta. Cuando ya estaban en sus casas, y después de haber recibido una buena bronca, tenían curiosidad por saber si la serpiente cayó  en la trampa aunque no quisieron volver al bosque.
Pasaron los años, Luis y María ya estaban casados y Pedro se convirtió en un gran caballero. Pero además seguía teniendo el sueño de capturar aquella cobra. Un día fue a  la playa a dar un paseo, cuando vio a la cobra que tanto había deseado capturar delante del comiendo un cangrejo. Se fijó bien y se asombro cuando descubrió que era el demonio transformado en cobra. La siguió hasta el bosque con su caballo debido a lo rápida que era. Y cuando se paró no dudo en atacarla por la espalda.
Sacó su espada y saltó sobre ella, dejando una gran marca de la herradura en una piedra que había, para clavársela en la cabeza, pero justo antes de que pudiese hacerlo la cobra le mordió la mano. Su veneno es tan letal que Pedro no tardó en morir junto a la cobra.
En el funeral cambiaron su lápida por la piedra en la que se había quedado la herradura de su caballo, así todos recordarían que fue el quien mató al demonio.




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