Se cuenta que en 1892 un mouro llegó a la puerta de un pazo, del cogió prestado un carro de bueys y dos criados, porque tenía que ir a la cueva de A Paralaia. El mouro se dispuso a entrar en la cueva y justo en ese momento cayó un trueno. Salió de la cueva con una figura de un santo en la mano. La colocaron en el carro y la llevaron hasta la playa de A Xunqueira, el mouro se puso encima de la figura y él desapareció.
Un año más tarde la dueña del pazo recibió un sobre con un pañuelo rojo de seda, y una carta dandole las gracias por todo lo que había hecho y diciendole que guardara el pañuelo de seda. La mujer puso el pañuelo colgado de un árbol de su finca. Al día siguiente el árbol desapareciera. Se dice que desde la cueva puedes ir por pasadizos subterráneos hasta Meira, Darbo y Tirán.
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