En Domaio,
una parroquia de Moaña, vivía un mouro muy rico que tenía una hija de gran
belleza. Esta chica se veía a escondidas en la poza da moura con un campesino
de la zona con el que su padre le
prohibía estar. La moura siempre desobedecía las órdenes que su padre le daba.
Un día el mouro, furioso, los sorprendió y mató al chico delante de su hija.
Ésta, desesperada y triste por la pérdida, decidió tirarse a la poza y allí se
ahogó. La gente de la zona dice que la noche de San Juan la moura aparece
peinando su largo cabello y llorando por la pérdida del chico.
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