viernes, 1 de junio de 2018

Pescando tiempo Rubén López Barbosa

   Había una vez un niño de diez años que se llamaba Félix, hijo de marinero. Félix pasaba todas las tardes fuera de casa porque iba con su padre José a trabajar al mar. Salían en el barco a las cinco de la tarde y volvían a las once y media de la noche. Cuando Félix cumplió once años, tuvo que dejar la escuela para ir a trabajar más con su padre en el mar, iban todos los días menos los domingos, hasta cuando había temporal iban al mar. Un día que fueran a trabajar se le enganchara un cabo en la hélice y entonces José mando al hijo al agua para que quitara el cabo de la hélice, lo quito y subió a bordo y siguieron como si nada.
Llego la navidad de mil novecientos sesenta y dos  y Félix ya cumpliera doce años, el veintitrés de diciembre fueran al mar, en ese día llegaran a casa a la una y media de la mañana porque tuvieran que pescar bastante pescado para cenar en nochebuena con la familia.

  Diez años después. 

   Félix con veintidós años se casó con Pilar y  en el mes de agosto tuvieron una hija a la que le pusieron el nombre de María Félix. Félix se compró una chalana y la llamo “La Felita”. Cuando María Félix tenía cuatro años nació su hermano Marcos, en otros cuatro años descubrieron que José tenía cáncer y lo llevaron al médico a Madrid pero ya era tarde, estuvieron tres días en Madrid y en esos tres días María Félix y Marcos se quedaron con la abuela Natividad que era la madre de Félix. Como a José no le pudieron hacer nada y lo mandaron para casa, aun pasaron tres años hasta que murió en casa, y las últimas palabras que dijo José se las dijo a Marcos.

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