Un día, unos marineros de Moaña estaban pescando al lado de la isla de Toralla. Al acabar de
trabajar, decidieron hacer la comida para descansar un rato. Entonces, se
dieron cuenta de que había un hombre en su barco. El cocinero, que era una
persona muy generosa, decidió acercarle la vela del barco para que se
protegiera del frío. Unas horas más tarde, el patrón le preguntó al cocinero donde
estaba la vela del barco, ya que no la encontraba por ninguna parte. El
cocinero le explicó que se la había prestado a un hombre que tenía frío para
calentarse. El patrón estaba tan enfadado que ató al hombre al palo para que
hiciera él mismo de vela. Cuando llegaron a la isla de San Bartoloméu, se
dieron cuenta de que el hombre había desaparecido. Más tarde, lo encontraron en
la playa y se dieron cuenta de que era San Bartoloméu.

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