miércoles, 23 de mayo de 2018

La vieja historia de la cueva. Víctor Otero.

Un día de verano ciento veinte alumnos de un colegio de Moaña fueron a una cueva a jugar un torneo de fútbol, pero no iba a ser un torneo cualquiera. Iban a cambiar mucho las reglas. Por ejemplo, no iba a haber banquillo. Una vez que el entrenador de cada equipo anuncie el siete titular (fue un torneo de fútbol 7) los jugadores que no están en este tienen que ir a ver el partido desde la grada.
Cuando los niños llegaron a la cueva se organizó la fiesta de inauguración del torneo, en la que se presentan los equipos, se anuncian las reglas y se hace el sorteo. En este último estaba la regla más extraña de todo el torneo: si sale un equipo de mayores y otro de pequeños no se puede jugar el partido. Se le da el partido por ganado a los mayores por abuso. Los ‘colegiales’, que era el nombre del equipo del colegio de los niños, tuvieron que ver cómo se aplicaba la norma del abuso cuando salió su bola y luego la de los mayores. Esto quería decir que el equipo colegial se volvía para casa. Y aprendieron otra lección: no se puede ir a los sitios sin saber qué se va a hacer allí, ni las reglas de los juegos. Habían ido a la cueva sin saber que había torneo, ni las reglas del mismo. Así que nunca más se volvieron a acercar a una cueva.

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