Se decía que en Moaña había una cueva en la que
en su interior había dos ollas, una llena de oro y la otra de veneno. Si te
encontrabas la que tenía oro te volvías extremadamente rico, pero si
desgraciadamente te encontrabas con la de veneno te morías.
La pena, era que una vez dentro ya no podías
salir, por lo que era inevitable no encontrarte con una de las ollas una vez
entrado.
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