Esta leyenda transcurre hace muchos
años, en una montaña que ahora recibe el nombre “A Paralaia” pero que por aquel
entonces recibía dos nombres totalmente diferentes, Astruya para los habitantes
del norte de la montaña y Traminia para los del sur. Pero los habitantes de
esta montaña no eran personas, si no que eran mouros, seres similares a los
humanos pero con algunas diferencias como podían ser los poderes, estos seres
eran abundantes por aquel entonces, pero ahora están casi extintos por culpa de
las guerras de los humanos. Aquellas dos razas estaban gobernadas por dos reyes
diferentes, Mongar y Liband.
Estos dos reinos se encontraban en
constante guerra y, durante una de las múltiples que se llevaban a cabo, los
habitantes del sur idearon una estrategia para conseguir derrotar a los
enemigos. El plan que se les había ocurrido era cavar un túnel en la montaña
que conectase la parte norte con la sur, de manera que pudiesen atacarles con
libertad durante la noche y así hacerse de una vez por todas con su territorio.
Año y medio después el túnel estaba
acabado, y las tropas del sur estaban entrenadas y listas para atacar durante
la noche. Cuando llegó la medianoche comenzó el ataque. A aquellas horas casi
todos los habitantes del imperio del norte se encontraban durmiendo, todos
menos los guardias de la muralla. Normalmente una muralla vigilada podría
dificultarles mucho la conquista a los atacantes, pero esta solo cubría la
mitad del imperio que estaba orientada hacia la cima de la montaña. Por surte
los diseñadores del túnel habían tenido en cuenta esto y lo habían diseñado de
manera que acabase en una parte en la que no hubiese muralla y no estuviese
vigilada.
La conquista había sido un absoluto
éxito, en tan sólo tres horas habían conseguido acabar con todos los habitantes
del sur, o al menos eso creían.
Al ganar esta batalla los
habitantes del sur expandieron su imperio por toda Traminia. Al expandir su
territorio también decidieron ampliar el túnel que les había servido para ganar
la guerra. Nueve años después ya habían ampliado mucho aquel túnel y habían
cavado seis más.
Pero lo que ellos no sabían era
existía un pequeño grupo de los antiguos habitantes del norte que había
sobrevivido al ataque. Como era de imaginar, los miembros de este grupo no
estaban contentos con la ampliación de este túnel, así que el druida, siguiendo
las órdenes del jefe, les echó un mal de ojo a todos y cada uno de los túneles,
haciendo que cada persona que pasase por uno de ellos se convirtiese en
escaleras. Con el paso de los años los túneles se llenaron de escaleras y
dejaron de ser transitados, hasta llegar al punto en el que se encuentra ahora,
con la entrada en una cueva que ni siquiera se sabe en qué parte de la montaña
se encuentra.

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